miércoles, 18 de noviembre de 2015

¿Nos adaptamos? Confiar y remar en la misma dirección




Nos reunimos en la acristalada pecera, nuevos y antiguos, los padres del tren con los maestros de nuestros viajeros. Me atrevería a describir, esta nuestra primera reunión, como un encuentro bastante emotivo. Comenzamos con el entregado testimonio de Luisa, mamá de Adriana, que como antigua alumna y madre de dos niñas en la Escuela de Belén supo transmitirnos su energía, su fe en el proyecto, sus vivencias y consejos y como no, una llamada a la participación y al disfrute que supone involucrarse en las actividades de la Escuela.

Más tarde entramos en "materia", un tema peliagudo propio de la edad de nuestros hijos, la dificultad que tienen para separarse de nosotros durante unas horas, la adaptación, la temida adaptación. 

Juan esbozó las principales características de los niños de dos y tres años, nos sentimos reflejados y aliviados, no es baladí que sea natural para el afianzamiento de la personalidad la afirmación del YO y el principio de oposición (NO), al menos a mí me ayuda mucho intelectualizarlo para tener más y más paciencia, naturalizar las actitudes siempre tranquiliza.

Encontramos que el Tren es un grupo equilibrado por sexo y edad, hay de todo un poco, once niños aterrizan de la clase de Los Duendes y catorce llegan a la Escuela de Belén por primera vez, de los que además, nueve no se habían separado nunca de su figura de apego, éstos son los actores y dos rincones de acogida son el escenario. 

Se pronosticaba un período de adaptación duro y así ha sido, con llantos de los niños y agobios de las familias. Los antiguos alumnos tienen un bagaje y conocen a Espe, pero el verano deja su huella. La situación se solventa con mimo, escucha y dedicación. Pero estos niños tienen un gran reto, han de separarse de sus seres queridos para después compartir la atención de sus maestros con un grupo más numeroso de compañeros, se ha duplicado el volumen y recuerdan su situación anterior. Los niños nuevos deben adaptarse a un espacio desconocido, a sus compañeros y maestros, a la situación en definitiva; otros acaban de tener hermanos pequeños, han dejado recientemente el pañal y otro tipo de situaciones que sumadas a la idiosincrasia de la edad confluyen en momentos delicados, en la escuela y en casa.

"¿Cuándo se da por superada la adaptación?" Cuando un niño interactúa, come, está contento, cuando duerme por la noche... y todos, madres, padres y maestros tenemos algo que aportar para suavizar el proceso. El tema de la adaptación devino en profundos testimonios, la reunión se convirtió en un círculo de escucha, intercambio y comunicación. Lo estábamos necesitando, abrir nuestro corazón, nuestros oídos, nuestra voz. Disipamos nuestras dudas o sencillamente compartimos lo que nos ronroneaba en la cabeza.

Así llegamos a otro tema inevitable, la adaptación de los padres al entorno escolar, nosotros vivimos un proceso paralelo, aquellos que venían de la clase de Los Duendes añoran la libreta en la que puntualmente tenían noticias de sus hijos a diario, durante el curso anterior, los que hemos escolarizado este año albergamos nuestras dudas. "¿Y cómo podemos ayudar los padres? ¿Qué podemos hacer?" Entender, acompañar, dar seguridad, más paciencia, más tolerancia y confianza, mucha confianza.

Algunas ideas que se compartieron fueron muy interesantes: 
-Los padres perdemos acceso en el mundo propio del niñ@, acusamos las horas que no estamos con ellos. 
-Quizás algunos también deberíamos adaptarnos a la idea de que sencillamente algunos niñ@s "no se adaptan", es un rol más, inconformista, rebelde, que se opone y sin la expectativa de que esto suceda puede acabar diluyéndose o viviéndose sin angustia, todos no somos iguales.
 -Los gestos y miradas cuentan, de los maestros a los niños, de los padres a los niños y también entre padres, podemos reconfortarnos con empatía y cariño si estamos presentes, con los sentidos despiertos.

La adaptación está en su fase final, la normalidad ha llegado al aula, hemos contado con el cariño, la tranquilidad y la atención que nuestros hijos necesitan gracias a sus maestros.

Sigamos confiando, confiando en los niños y en sus capacidades, confiando en sus experimentados guías y confiando en nosotros que también hemos sabido, y sabremos, dotarles de la templanza y el sosiego que necesitan.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias, no fuí a la reunión y me has hecho compartir la reunión con tod@s. Que bien escribes.

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  2. Muchas gracias. Comparto el sentir de Gloria.
    Cristina

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  3. Querida Silvia, coincido con Gloria y Patricia en lo cercano, emotivo y bonito de tu escrito y lo profundo de tu comunicación... me siento feliz y unida a mis compañeras y compañeros de equipo educativo cuando fluye la reflexión en torno a esa encomiable tarea que, con vosotras, compartimos: ver crecer a vuestras criaturas y, siempre, acompañarlas y estar a su altura... Besos, Memes

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