Dice
Daniel Pennac en su obra Como una novela que El verbo leer no tolera
el imperativo. Es una aversión que comparte con algunos otros
verbos: “amar”, “soñar”… Para las personas que somos lectoras parece fácil encontrar un espacio
de tiempo dedicado a la lectura. Dice el autor que “Desde el momento en que se plantea el problema del
tiempo para leer es que no se tienen ganas […] El tiempo para leer es siempre tiempo robado. (Al
igual que el tiempo para escribir, por otra parte, o el tiempo para amar).
En
este día a día tan
trepidante, donde todo es rápido y va a un ritmo tan vertiginoso, resulta
difícil parar y encontrar un momento para centrarnos en una actividad lenta y
caprichosa que exige nuestra calma y atención al máximo.
Dice
Jose Antonio Marina en su obra La magia de leer, que la competencia de los
medios audiovisuales frente a la lectura es “desleal”, porque no sólo juega con la brillantez de sus imágenes, o con el caudal de información, o con la variedad de sus contenidos. Lo malo es
que intoxica con su facilidad y su rapidez.
Pero en su libro, que es un tratado para amar
la lectura, nos tranquiliza recordándonos que aunque los medios audiovisuales
empleen una magia tramposa, siempre quedará la magia de la lectura: poderosa y
universal. De hecho, en una obra posterior (La magia de escribir) nos
recuerda que Quienes dividen la magia en negra y blanca se equivocan.
Olvidan que la magia más poderosa y magnífica es la del negro sobre el blanco… así que asunto resuelto.
Supongo
que en 2005 (año de la publicación de La magia de leer) el autor no previó
cómo nuestros niños y niñas se moverían con menos de dos años de vida en una
tablet o en un móvil, moviendo sus deditos para pasar a la siguiente imagen o
vídeo. Da miedo. Da miedo porque su concepto de lo “rápido” es diferente al
nuestro y debemos saber compensar. La instantaneidad en la que están creciendo
nuestros hijos e hijas es evidente, y es nuestra responsabilidad enseñarles que
hay actividades lentas y que piden paciencia… y es fácil cuando descubren las
maravillas de las letras. Así que todo resuelto, de nuevo.