lunes, 1 de abril de 2019

La cocina en nuestra escuela


“Cocinar es un acto de amor”. Esta frase recurrente entre los aficionados a la cocina o los que se dedican a esta labor de manera profesional se encuentra personificada, en el caso concreto de nuestra escuela, en las figuras de Paco y Miguel.

Aún recuerdo que, en la reunión inicial de principio de curso, dos de las intervenciones que más me conmovieron fueron precisamente las suyas porque demostraron, más allá de su vocación, su cariño y cercanía con nuestros hijos e hijas. Paco, que se jubila este curso, apenas pudo hablar por la emoción que sintió al recordar todos sus años en la escuela, mientras que Miguel destacó su amistad con los niños y niñas de la escuela, ya que todos, en mayor o menor medida dependiendo de la edad, pasan por la cocina e interactúan con ellos. 

Es precisamente este hecho el que, en mi opinión, marca la diferencia entre la cocina de Belén y la de otros centros. Al gran “privilegio” que supone tener una cocina con menús de elaboración propia, desgraciadamente algo que cada vez escasea más en los centros públicos, se une el hecho de contar este año con el asesoramiento de una nutricionista que ayuda a elaborar platos aún más saludables y completos. Si esto ya de por sí justifica con creces que decidamos que nuestros hijos coman en la escuela, el resto de valores que Belén transmite a través de la cocina con la inestimable colaboración de Paco y Miguel hacen, además, que sea un pilar muy importante en la educación diaria del centro.

Paco y Miguel no sólo elaboran la comida diariamente sino que participan en talleres de cocina con las familias y alumnado del centro. Por otra parte, especialmente los niños y niñas del ciclo 3-6, se encargan de realizar tareas cotidianas que fomentan su autonomía y capacidad de cooperación como hacer las comandas de cada clase o colocar los dibujos e imágenes de los platos que conforman el menú del día. A nivel personal, mi hija a la salida del centro a veces cuenta más o menos detalles de las actividades y momentos que ha vivido ese día en clase, pero de lo que nunca se olvida es de recitarme el menú del día, lo cual incluye distinguir si la ensalada ha sido tropical o nazarí. 
Incluso en ocasiones hace comentarios muy divertidos del tipo, y cito literalmente: “me gustan mucho las natillas caseras de Belén porque Paco y Miguel tienen un truquillo que es echarles un chorrito de caramelo para que estén más ricas”.

Como padre, una vez más, tan sólo puedo felicitar y agradecer de corazón la labor de Paco y Miguel por todo lo que aportan dentro y fuera de la cocina a la escuela. En estos tiempos de aumento de la obesidad infantil, me proporciona una gran tranquilidad saber que mis hijos reciben una alimentación sana y equilibrada. Por último, creo que la mejor manera de concluir esta entrada del blog es dedicarles un gran aplauso y gritarles un fuerte:¡ vivan nuestros cocineros!