Mañana sólo hace una
semana que di vida a la señora carnaval, y ya resuenan en mí, muy lejanas, las
voces de los niños. Los días que han pasado se han hecho intensos y amargos,
largos y a la vez insuficientes.
Me siento en la silla,
sola, silencio en el patio, galácticamente vestida. Hago caso de las
instrucciones: no te muevas nada, mira un punto fijo, quieta, totalmente
quieta. Los duendes aparecen y me es imposible no apartar la mirada de la
canasta de baloncesto. Se acercan, curiosos y tranquilos, tiernos y confusos.
No les dejan acercarse, luego más interés tienen. A continuación, bajan los del
tren, en donde está mi niño, que muy serio me mira y ocupa su sitio. Ya no me
molesto en dejar la mirada fija. No notan mis ojos inquietos. Con las gafas de
sol puedo mirar a mi antojo. Poco a poco van apareciendo los demás niños y, al
contrario de lo que imaginé, me siento cada vez más tranquila. Ya me lo dijo
Juan Pedro, “Ellos te guíarán, no te preocupes”. Y eso hacen.
Todos ellos cantan,
ilusionados, las canciones ya preparadas para la Sra Carnaval. Una semana
viéndola al entrar a la escuela ha generado muchas expectativas. Una semana
dejándole regalos, ella devolviendo el cariño con consignas. Ahora debo empezar
a moverme, lentamente. Lo hago. Cada vez más, poco a poco. Hasta que ya
empiezan a acercarse y casi no puedo hacerlo porque me rodean, me toman de la
mano, y me hacen preguntas, difíciles de contestar, ¿eres de papel? ¿de qué
país eres? ¿has visto Frozen? ¿y Alvin y las ardillas 3? ¿tienes amigos? Sonrío
dentro de la máscara, a veces me alegro de llevar gafas porque mis ojos brillan
de agradecimiento, por el amor, la inocencia y la ternura recibidos. “Ellos te
guiarán, no te preocupes”, recuerdo.
Me dirigen hacia la
calle Yerma, donde me rodean en círculo y cantan de nuevo alegres e
ilusionados. Después los mayores me acompañan hacia el final de la calle y allí
tengo la gran oportunidad de abrazarles mientras algunos me dicen cosas en
secreto. “Bonita, te quiero mucho”. Y me dejan ir, serenos y felices. No
necesitan más. Ellos lo dan todo. Regalos, secretos, abrazos. No esperan nada
de vuelta. No lo necesitan. Ya tienen lo que quieren. Son felices en su
escuela, con su señora carnaval, sus amigos, sus maestros, no necesitan nada
más. Lo tienen ya.
“Ellos te guíarán, no
te preocupes”. Y eso hacen. Sólo hay que dejarles hacerlo.
Natalia Genaro
mamá de Bruno (clase del Tren)
Me encanta eso de que ellos lo dan todo, es así, con cualquier pretexto se entregan y las buenas escuelas siempre proponen bien.
ResponderEliminarDe señora a señora carnaval ;-)
¡Ssssss...que nadie se entere!!!
ResponderEliminarLa magia que todo el año nos rodea por vuestras criaturas, se hace tangible con vivencias como éstas y me encanta que se "corporice" en mamás tan fantásticas... todo el equipo difrutamos mucho compartiendo estos momentos tan especiales. Gracias Memes