viernes, 18 de enero de 2019

Los informes a las familias



Quizás pueda sorprender que un padre decida escribir sobre algo como los informes que cada trimestre reciben las familias explicando los progresos y dificultades de sus respectivos hijos e hijas, pero, al menos en mi caso, es un momento que disfruto mucho desde que recibí el primero hace poco más de un año.
Acostumbrado y habituado a ver los típicos boletines en los que, salvo algunas observaciones particulares, todo se resume en calificaciones numéricas o en simples adjetivos como “adecuado”, “regular” o “excelente”, leer por primera vez un informe a las familias que, en mi caso concreto, había elaborado Belén al finalizar el primer trimestre en el Castillo supuso terminar de cumplir las expectativas que tenía de la escuela desde principios de curso.
En esos dos folios mecanografiados a doble cara aparecía un retrato completo de mi hija con sus diferentes cualidades y dificultades que, entre otras cosas, demostraban un gran esfuerzo y trabajo de su maestra por conocer a cada uno de sus veinticinco niños y niñas y tratarlos como lo que son: seres únicos, distintos e irrepetibles.
Confieso que los informes me gustan tanto que hasta se los leo o hago leer a sus abuelos y tíos - ahora que también tengo un hijo en la clase de Duende la diversión es doble - porque me parecen dignos de ser compartidos y disfrutados por los familiares más allegados. Uno de mis detalles favoritos es que, dentro de la “seriedad” para explicar aspectos como la motricidad o la expresión plástica en el caso de los alumnos mayores, hay espacio para referirse a momentos especiales vividos a lo largo del trimestre como pueden ser las colonias, las visitas o salidas realizadas, o incluso frases en las que aparece claramente la impronta de la maestra, en mi caso, y que han llegado a provocarme la risa, y cito textualmente a Belén: “y si para colmo aparece el hermano… ya no hay más que hablar”.
Estoy seguro de que no soy el único que guarda con mimo estos informes con la convicción de que son un tesoro de la infancia que nuestros hijos e hijas podrán disfrutar cuando sean adolescentes o adultos y en los que incluso probablemente aún se reconocerán a pesar del paso del tiempo. También estoy convencido de que la mayoría de padres y madres de la escuela coincidís con mi experiencia personal y os unís a mi más sincera felicitación a todo el claustro de la escuela que, a pesar de que ya sabemos lo mucho y bien que trabajan, sin necesidad de tener que leerlo en un papel, dejan constancia de ello por escrito para nuestra alegría y regocijo.

Luismi papá de Julia (pecera) y
Bruno (duendes)

2 comentarios:

  1. Sin duda Luismi, es un gran privilegio leer los fantásticos informes que dibujan esa parte de la vida de nuestros niños y niñas, con tanto detalle, con tanto cariño, con tanta maestría. Somos muy afortunados.
    Gracias por traer ese aspecto del trabajo de nuestros maestros y maestras a este espacio.

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