miércoles, 16 de agosto de 2017

Como ondas en el agua... 

Desde el momento en que este proyecto se empieza a fraguar a la par que el de nuestra Fiesta de fin de curso, soñé con la presencia de Olalla Castro y Los Números Primos y su participación nos llenó de ilusión...

Vaya esta primera entrada centrada en la participación de Olalla, antigua alumna de la EIM Belén, hoy periodista, escritora, poeta, traductora, correctora de textos, música... pero, por encima de todo, una bellísima persona, amiga y toda una gran  luchadora...  




Olalla, escritora precoz, de exquisita belleza y gran madurez  en sus textos, en su poesía...( Reyes, su madre, decía que “parecía que se había tragado una viejecilla” ). Con un incombustible espíritu crítico… totalmente comprometida con las niñas, las mujeres, como no puede ser menos… no deja pasar injusticia alguna.

Estuvo en nuestro cole, allá por los 80 y pico, recién estrenado el Patronato Municipal de E.I. de Granada, aunque ya  estaba en la escuela, cuando Belén era aún cooperativa… Ella, su hermano "Yuyo", las mil aventuras con sus compas... su inseparable amiga "Cita" (que también estuvo en  nuestra fiesta), están en nuestra memoria… así como su bonita madre, Reyes y Eduardo, su padre; ambos dos grandes luchadores que tanto se implicaron en el cole, y siguen apostando por hacer de éste, un mundo mejor... 

Con su presencia y sus palabras, Olalla logró traernos de nuevo, aires de ese pasado tan vivo en nuestro recuerdo en el que escuela, barrio…íbamos de la mano todos a una, coincidiendo en mil luchas y utopías por transformar nuestra sociedad... tiempos que son precisos más que nunca y a los que sus palabras animan...

Sus recuerdos y vivencias son el mejor de los regalos. Lo fueron para introducir un encuentro tan emotivo y entrañable como nuestra Verbena, y, sobre todo, para dar todo el valor que precisa la educación centrada en valores de solidaridad, igualdad, respeto, libertad... La educación en los primeros 0-6 años, con una mirada especial a la educación de las niñas... ¡Gracias!

Una presentación más "formal"... y más cosillas de Olalla...


 Eran grandes las expectativas por tenerla cerca, oírla, disfrutar de sus, seguro, interesantes,  emotivas palabras... como así fue, no dejando a nadie indiferente, llenando nuestro encuentro de miradas profundas, reflexivas, agradecidas... Era la niña Olalla, igual, pero en GRANDE...


Compartimos sus palabras, el mejor de los pregones que podíamos desear… Gracias Olalla.

Si quieres disfrutarlas, pincha en más información...





"Me recuerdo corriendo por un patio que entonces era 
inmenso; corriendo con los brazos extendidos y gritando, descubriendo la libertad antes siquiera de saber pronunciarla, mucho antes de entender lo lejos que la vida intentaría mantenerme de ella, lo difícil que sería conquistarla, las muchas luchas que tendría que emprender en su nombre. Me recuerdo como una exploradora, alguien que en cada pequeña cosa que ese espacio infinito le ofrecía (cada árbol, cada fruto, cada charco, cada puñado de barro, cada abeja, cada lombriz o cada hormiga) estaba descifrando un secreto valioso, aprendiendo a acercar el oído y escuchar lo que la tierra tiene que decirnos. Me recuerdo mirando muchos pares de ojos iguales a los míos, entendiendo que la palabra nosotras significa estar dentro de algo mucho más grande que una misma, ser una sin olvidar que siempre somos muchas, sostener a las demás y dejar que te sostengan, confiar en que, allí donde no llegues, alguien lo hará por ti, lo hará por todas. Recuerdo unas manos pequeñas cogidas a otras manos, dando vueltas en corro, cantando, riendo, inventando afectos y juegos sin saber que lo que estaban inventando en realidad era el futuro, en aquel momento en que el futuro era aún una luciérnaga: algo que, incluso siendo tan pequeño, era capaz de brillar y volar al mismo tiempo. Recuerdo a cada una de las que estaban conmigo, mis amigas, mis hermanas; recuerdo sus nombres y su abrazo: Cita, Elisa, Natalia, Cristina, Rocío, Carlos, Javi. Recuerdo la música saliendo por primera vez de mis pulmones y mis pies diminutos bailando alrededor de unas guirnaldas de colores; recuerdo escuchar atentamente los cuentos que un gigante barbudo nos contaba; el tacto de la plastilina, el ruido de los lápices sobre el papel, la sensación de mancharme las manos con pintura y, junto a las demás, dejar mi huella. Recuerdo la risa presidiendo mi rostro, una risa blanca y grande, ajena todavía al ruido de las bestias, a la pisada honda y sucia del poder que todo lo corrompe, a sus colmillos voraces que quieren devorarnos, que no tendrán bastante hasta que no nos vean calladas, sumisas, quietas, solas. Definitivamente derrotadas. Pero lo que más recuerdo y agradezco es a aquellas personas que siempre guardaban la distancia suficiente como para correr a nuestro lado cuando llegaban las lágrimas o el daño, mientras fingían mirar hacia otra parte cuando llevábamos a cabo nuestras primeras transgresiones; recuerdo a quienes casi nunca nos enseñaban señalando fronteras, mostrando los límites que no se podían traspasar, sino que nos educaban para que no tuviésemos miedo a cuestionar, a desobedecer, a ser rebeldes cada vez que creyésemos que desobedecer era lo justo. Recuerdo a quienes cada día nos fabricaban unas alas y soplaban sobre nuestras heridas al curarnos, a quienes intentaban que la vida escociera un poco menos, al tiempo que nos enseñaban que vivir consiste también en herirse, pero que toda herida cicatriza si aplicas el bálsamo adecuado. Recuerdo a quienes nos enseñaron a empezar a ser las que ahora somos. Recuerdo cada uno de sus rostros y sigo sintiendo hoy que los primeros 6 años de mi vida tuve más de una docena de madres y de padres, que siguen siendo hoy un referente: Memes, Fede, Nico, Lucía, Manuel, Encarnita la grande y Encarnita la chica...
             Para las que han venido detrás de mí serán otros los rostros, los nombres, pero estoy segura de que nada de lo demás habrá cambiado. Las sensaciones, el amor, los valores, la amistad, el aprendizaje..., habrán sido los mismos. Para mí y para todas las personas con las que compartí mis primeros seis años en este mundo, estoy segura de que crecer en la guardería Belén, y no en cualquier otro sitio, fue algo decisivo. Algo que conformó nuestras personalidades, que nos enseñó a ser lo que somos, a compartir, a debatir, a pensar en colectivo, a cuestionar lo que se da por hecho, a intentar ser libres y felices, solidarias y empáticas con quienes respiran a nuestro lado; aquí nos enseñaron a ser, en definitiva, mejores, y a luchar por hacer del mundo una casa de techos altos y paredes más limpias, donde quepamos todas.

Miradas de peques y grandes, atentas, reflexivas, emocionadas...



 


Su amiga del alma, Cita, con su familia...

¡Saben de su amor a la poesía y la comparten...!


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