miércoles, 26 de junio de 2019

El país de Nunca Jamás

Dedicado especialmente a la clase de "La Campana"



En una noche de finales de septiembre, con el curso recién comenzado, estaba contándole un cuento a mi hija cuando me interrumpió con una pregunta que me pareció magnífica. La pregunta en cuestión fue: "papá, ¿la infancia es un país?". Lejos de responder de manera tajante con un "no" seguido de una explicación "adulta" sobre qué es la infancia, me quedé en silencio varios segundos repitiéndome a mí mismo la pregunta de mi hija. Estaba asombrado y perplejo por esa capacidad innata de los niños para deducir respuestas ingeniosas o, como en este caso, formular preguntas.

La cuestión siguió resonando en mi interior durante varios días. Tenía visos de verso de Machado; de hecho, me recordó a su famoso verso: "estos días azules y este sol de la infancia", pero, sobre todo, me condujo hacia una frase atribuida al gran poeta Rilke, el cual parece ser que una vez afirmó: "la verdadera patria del hombre es la infancia". En estos tiempos en los que el término patria se usa de manera tan partidista e interesada, es la infancia la única patria con la que todos podemos sentirnos plenamente identificados. Como todo adulto sabe, la infancia es un país que irremediablemente tienes que abandonar, al igual que Wendy parte de Nunca Jamás, aunque sus aromas, sabores, personas y, por supuesto, lugares siempre formarán parte intrínseca de nuestras existencias, aun cuando algunos de ellos ya solo formen parte de la memoria y no de la realidad material.

Si nos centramos en los lugares de infancia que vaticinamos que permanecerán indelebles en la memoria de nuestros hijos e hijas, estoy convencido que uno de los más destacados será la antigua villa transformada en colegio y rebautizada como Belén y, por ende, todas las personas que habitan en él. El paso inexorable del tiempo hará que olviden algunos aspectos como las dimensiones del lugar o que los rostros de sus maestros y maestras se difuminen en su memoria, pero, dependiendo de la duración de su estancia y de la edad con la que salieron de la escuela, muchas vivencias y anécdotas de todo lo allí vivido pasarán a formar parte de ese territorio sagrado en nuestra memoria dedicado a la infancia al que los adultos solemos acudir ya sea por nostalgia o como refugio de nuestras penas.

Es nuestra labor como padres, con nuestras memorias de adultos, recordarles a nuestros hijos e hijas que en sus primeros años de infancia fueron felices y respetados en una maravillosa anomalía como es una escuela de 0 a 6 años. Que fueron considerados seres únicos y diferentes, con distintas personalidades e intereses que, lejos de inhibir, alentaron en pos de desarrollar su curiosidad y creatividad.

Supongo, y entiendo, que muchos padres y madres de "La Campana" estarán tristes por la etapa que concluye y preocupados por la que comienza. Es normal que tras unos años de estabilidad y confianza en un centro, el paso a uno nuevo, que además sabemos que será distinto, nos produzca cierta inquietud. No obstante, se me ocurre compartir con ellos una frase atribuida a un periodista norteamericano que me parece de las más brillantes que he leído sobre la paternidad: "solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas".
Raíces fuertes y bien arraigadas gracias a un entorno familiar de amor, respeto y seguridad, y alas para permitirles volar hacia nuevos horizontes en búsqueda de sus sueños y retos personales.

Creo que el haber optado por el modelo educativo que propone Belén significa un gran paso, además en los años fundamentales de la infancia, para otorgarles estos legados a vuestros hijos e hijas. Ahora, una vez concluido este viaje iniciático, es hora de dar gracias y regocijarse por todo lo vivido para, a continuación, mirar hacia el horizonte y seguir volando.

Buen viaje y que los vientos os sean propicios.


lunes, 10 de junio de 2019

"Catsitas": ayudando a los gatos de la perrera



Según varios estudios, como el realizado anualmente por la fundación Affinity, España está a la cabeza de la Unión Europea en mayor número de casos de abandono animal y, además, es uno de los países en los que las cifras de adopción son más bajas. Ante la gravedad de estas estadísticas, una de las maneras más efectivas para evitar que en el futuro sigamos encabezando esta triste clasificación es concienciar, educar y desarrollar la empatía de nuestros hijos e hijas, hacia los seres vivos en general y las mascotas en particular, para que no cometan en el futuro los mismos errores que los actuales adultos.

Es por ello que talleres como el realizado el pasado miércoles por Olalla, mamá de la Pecera y fundadora de la asociación La Troupe, son fundamentales para acometer dicha tarea. Este taller en particular, titulado "Catsitas", se centró en el problema concreto de la falta de espacio adecuado para los gatos que se encuentran en la perrera municipal. Por lo tanto, el objetivo "material" era que las familias asistentes cooperaran creando refugios para estos gatos, aunque durante el proceso de elaboración los niños y niñas no solo pondrían en práctica su creatividad sino, y aquí se encuentra el objetivo principal de la actividad, su capacidad para colaborar al nivel de sus posibilidades en la solución de problemas sociales y ambientales como este.

En primer lugar, y antes de empezar el taller en sí, Olalla le preguntó a los niños y niñas asistentes de la escuela si sabían lo que era una perrera y les explicó algunas diferencias de comportamiento entre los gatos que han sido abandonados por sus familias y los que se han criado en la calle. Después dio unas indicaciones de cómo había que trabajar con las cajas que iban a convertirse en "catsitas", usando una ya hecha como referencia, y a continuación las familias se pusieron mano a la obra. Como podéis ver en las imágenes todos se esmeraron en crear casitas originales y con diferentes detalles como pegatinas y elementos decorativos que ya Olalla traía preparados. Una vez que todos los niños y niñas de la escuela asistentes terminaron sus refugios, posaron orgullosos ante la cámara con las "catsitas" que habían construido. Finalmente, fueron recogidas y guardadas para ser trasladadas a la perrera para uso y disfrute de los felinos que allí se encuentran.

Para valorar si un taller cumple con su cometido o no creo que hay que tener en cuenta sobre todo de qué manera ha contribuido el niño o niña a la tarea, y las reflexiones y sentimientos que han ido surgiendo en él o ella durante el proceso. Si tomo el ejemplo concreto de mi hija  tengo que valorar el taller como un éxito rotundo por el esmero que se ha tomado en elaborar su "catsita" y porque siempre ha tenido en mente durante el proceso de elaboración a los destinatarios de su creación como demuestran frases que fue diciendo del estilo: "voy a pintar pescaditos que seguro que les gusta a los gatitos" o "gracias a mi casita los gatos no van a pasar calor ni a mojarse con la lluvia".

Espero como padre de la escuela que más talleres similares se organicen en los próximos cursos, ya que potenciar una mayor empatía y responsabilidad en nuestros hijos e hijas hacia los animales solo puede desembocar en una sociedad mucho mejor.

Muchas gracias a Olalla, Javier y demás personas colaboradoras en el taller por el trabajo y esfuerzos realizados. Ojalá esta actividad ayude a que los niños y niñas se conviertan en amantes de los animales como ya somos muchos de los que asistimos.


                

viernes, 7 de junio de 2019

SALIDA AL CAMPO DE LA CLASE DE LOS OSITOS





“Mira profundamente en la naturaleza y entonces comprenderás todo mejor” Albert Einstein.

El pasado miércoles 5 de junio la clase de los Ositos (María, Bernabé, Ilyas, Leo, Ada y las dos Rocíos), junto con los papás y las mamás que pudieron y con nuestra querida Memes nos fuimos a pasar una agradable mañana a cumbres verdes.

Pasamos una mañana muy especial, en la que pudimos compartir con nuestras criaturas momentos de su rutina cotidiana. Comprobar como comparten juegos, sonidos, miradas, caricias, enfados, momentos de sueño y tranquilidad, nos acerca aún más si cabe a lo que viven diariamente en la Escuela.

Nada más llegar al lugar, mientras los mayores preparábamos el sitio en el que estar, nuestros ositos y ositas comenzaron a explorar, cogiendo piedrecitas y palitos para hacer sonidos que los llevaban junto al lugar donde se encontraban parte de su cesta de los tesoros, no paraban de mirar hacia los árboles buscando el sonido de los pajarillos y maravillándose de la pureza de la naturaleza.
Poco después llegó el momento fruta, algunos más que otros disfrutaron de un desayuno saludable, comiéndose plátanos, fresas, cerezas, nectarinas,.. y compartiendo tanto entre ellos como con los mayores.

El día acompañaba, pues era el día mundial del medio ambiente, así que Alfonso, el papá de Ada, sacó un Kamishibai y nos contó un cuento sobre Dante el gigante y la naturaleza. Los ositos y ositas miraban atentamente las láminas del cuento y hacían gestos para acompañar la narración, ya desde pequeñitos hay que empezar a hacer conciencia acerca de la importancia de cuidar la naturaleza y nuestros entornos más cercanos.

Posteriormente y aprovechando el parquecito que teníamos justo al lado, los ositos y ositas decidieron pasearse un poquito y pasar un momento divertido tirándose por el tobogán y columpiándose.
Después de tanta actividad todos y todas empezamos atener un poco de hambre así que empezamos a preparar la comidita para los más peques, y también para los mayores, fue otro momento de disfrute en el que cada familia, independientemente de haber podido ir o no, preparó algo para compartir, al igual que las Rocíos, Memes y la Escuela que preparó cositas para que nuestros peques disfrutaran. ¡Todo estaba riquísimo!

Al ser tan pequeñines, después de tanta actividad y de tanta emoción la mayoría de los peques se quedaron dormiditos, bajo la sombra de los pinos, aunque, ahora que algunos dormían les llegó el momento de actividad a los que acababan de despertar, y comenzaron a descubrir la naturaleza, el contacto con la tierra, el sonido de los árboles, de los pájaros, de las piedras y palitos.

Creo que es el sentir de todos los adultos que hemos podido compartir esta experiencia, la suerte de poder comprobar una vez más, como nuestra Escuela nos brinda la oportunidad de poder compartir momentos de este tipo con nuestros tesoros más preciados, porque entre todos y todas hacemos Escuela.

Mari, mamá de Ada (clase Ositos)