lunes, 21 de noviembre de 2016

UN SALTO POR LA INFANCIA

El pasado domingo 20 de noviembre celebramos juntos el día de la infancia. Este es el texto que allí se leyó por boca de nuestra querida Celia, mamá de Andy y Elián. 



"Podríamos empezar por el principio, presentándonos.
Trabajadores, trabajadoras; padres y madres, alumnos o antiguas familias.
Adultos, niñas y niños. Personas al fin, congregadas en esta plaza, dispuestas a saltar, a saltar por la infancia.
Hace unos meses Granada ya saltó y en uno de esos profundos brincos contó con el compromiso expreso de todos los grupos políticos de ámbito municipal para defender los objetivos de este movimiento, defender un modelo de educación infantil público y de calidad, con un proyecto pedagógico que comprenda la etapa completa 0-6, donde la participación de la comunidad educativa se haga realidad. Pero no es suficiente, saltemos con fuerza para que la administración autonómica asuma también este modelo y lo defienda pedagógica y
económicamente. Saltemos para que la Junta de Andalucía nos vea, nos escuche y haga el mismo ejercicio de empatía que todos debemos hacer con la infancia. Recordemos que la Convención sobre los Derechos del Niño afirma que “cualquier decisión, ley, o política que pueda afectar a la infancia tiene que tener en cuenta qué es lo mejor para el niño”. Niños y niñas lo saben, nosotros también. ¿Saltamos?

La Fundación Granada Educa es el paraguas que nos abriga y las Escuelas Infantiles Municipales los nidos que nos acogen.
Saltamos porque saltando emprendemos el vuelo, despegamos y avanzamos.
Saltamos porque así esquivamos el pozo, la fosa y el agujero.
También saltamos porque nos divierte. Cuán emocionante es salvar obstáculos y reír en compañía, al lado del otro. Cómplices y compañeros, nos miramos y compartimos. Atesoramos el momento entre risas. Saltamos mientras jugamos.
Esta mañana le dije a un amigo “pareces un niño” y me miró con recelo. Sonó como un juicio pero no lo era. Debiéramos venerar las cualidades de la infancia y protegerlas. Una sociedad que saltara prejuicios y se quedara con la espontaneidad, con la curiosidad, con la capacidad de asombro y con la eterna búsqueda del niño, esa que pregunta, que hace hipótesis y encuentra, siempre encuentra. Adultos que fueran como niños.


Niñas y niños no lo tienen fácil, la ciudad no los ve. Ruidosa, rápida y vertiginosa, llena de peligrosas carreteras y cláxones furiosos. Saltemos para que nuestras calles acojan rayuelas, paseos tranquilos y pequeños peatones.
No nos saltemos la igualdad, el valor de todos los niños y niñas es infinito y sus derechos los mismos.
Un salto que limpie nuestros oídos para escuchar a niñas y niños, porque su opinión es importante y tienen derecho a participar en las decisiones que les afectan   y les atañe expresarse y tomar partido.
Convencidos de una infancia de derechos, no de necesidades, somos los adultos los que la podemos propiciar cumpliendo nuestros deberes. Para que los niños y niñas jueguen hemos de proveerlos de tiempo y espacio, sin ahogarles con actividades y tareas. Saltemos con ellos o al menos no boicoteemos su impulso natural, su impulso de juego.
Creemos en las escuelas que potencian las capacidades que los niños y niñas ya tienen, que reconocen el valor y la luz que irradian, que no necesitan modelarlos, que tan solo les permiten ser, confiando en el salto singular y maravilloso de cada uno de ellos, facilitándoles el camino, llenándolos de estímulos, no de imposiciones prefabricadas, tienen derecho a una educación pública y de calidad para todos.



El derecho a la familia, a estar rodeados de seres queridos. Derecho a la confianza, la cercanía, la mirada y a la calidez humana. El derecho a despedirnos lentamente, a encontrarnos con pausa, a que nuestra escuela construya hogar y sea la ramificación de una familia más extensa. La certeza de que todos cabemos en la escuela colma a los niños de seguridad. Así saltan despreocupados porque saben que están en casa, en un lugar seguro, amable ...
¿Y si los niños no saltan despreocupados? Que ejerzan su derecho a la dependencia, se agarren a la falda o escuchen poemas desde el regazo amigo. Con tiempo encontrarán la senda de la autonomía, escuchando sus latidos, escuchando su tic-tac y si no quieren… así, sin saltar.


Queremos una ciudad de Granada que salte y mire y proyecte alto, muy alto, muy arriba  por sus niñas y niños, una ciudad que viva esas vidas menudas, que comprenda que la infancia es un tesoro que preservar, que no se debe obstaculizar. Una ciudad que se ponga en cuclillas, que observe el brillo que desprenden los ojos infantiles, que los crea capaces, competentes y llenos de magia creativa, y que salte por y con ellos con toda su energía para que los caminos sean miles y las soluciones millones.
Un salto por la infancia o mil que hicieran falta".


Fotografías de Juan Linares
papá de la Campana
Texto de Silvia
mamá del Castillo


2 comentarios:

  1. Silvia qué reconfortante son tus palabras al recoger con tanta armonía el sentir de mamás,papás y pequeños. Pequeños y pequeñas que sientan que través de tus palabras se puedan escuchar y alzar sus voces.Mil gracias.Es un regalo ser parte de esta comunidad... Txus, mamá de Amal.

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  2. Silvia, releo el texto y me dan infinitas ganas de saltar por cuántas cosas expresas tan lindamente... Gracias, gracias, gracias...

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