Soy Mar, mamá de una nueva vida en la escuela. Lo primero, agradecer a la familia de Belén, la oportunidad de formar parte de ella, y hacernos sentir dos más desde el primer día. Si bien es cierto que cada persona es única, en este espacio, que nada tiene que ver con ese suelo yermo que ocupa, la individualidad de madres, padres, hijas, hijos, abuelas, abuelos es una semilla de hoja perenne considerada por la tierra de la escuela, lo que sólo consigue hacernos crecer, podando nuestros brotes secos y dejando savia para las ramas sanas que abrazan a los pequeños grandes regalos que son nuestras hijas y nuestros hijos.
La reunión del pasado martes, 14 de noviembre, no fue más que la sucesión de fotogramas a los que subyacen esta idea de crecimiento autónomo, del sistema de riego para una autoimagen personal positiva, fortaleza para el desarrollo psicosocial de la niña y del niño, y de la importancia de la participación e implicación de la familia en este y en cada proceso de su vida. Así entendí el PAC, y así entiendo el funcionamiento de la escuela, y así estoy creciendo junto a mi pequeña gran luz, y aprendiendo a enderezar los esquejes del maravilloso e inquietante mundo de la educación
y todo ello, preludiado con el ingenio de la poesía de Meme y Miguel, que, una vez más, sacaban a la luz aquellos rasgos distintivos de la familia, en este caso los profesionales que hacen posible esta escuela y que nos invitan a participar cada día con sus propuestas y su eterna sonrisa.
¡Gracias!
Mar (mamá de Candela de la clase del Tren)
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